Actualizado: 22 mayo, 2019
¡Hola, Des! ¿Qué tal? Yo acabo de volver de un viaje con mucho senderismo por las dos Irlandas (con Altaï Terres Celtes), aunque cómo no, también hubo margen para visitas y curioseos varios más allá de caminar. Por eso, hoy quiero contarte mis 24 horas en Belfast, tan intensas como interesantes (ya sabes, marca de la casa).
Una ciudad muy asequible para moverse y descubrir que en un día puedes abarcar más encantos de los que imaginas. ¡Vamos allá!
– Desayuno contundente y ¡al centro!
Es habitual alojarse en casas de estilo tradicional, con esas fachadas de ladrillo rojizo y de dos a tres plantas, que ofrecen servicio de Bed & Breakfast. Pues eso hice yo, en concreto en la Avenue Guest House Acommodation (23 Eglantine Avenue). A las 8 horas comienza el desayuno y allí estaba en punto, dispuesto a tomar un completo Irish Breakfast, con huevos, bacon, morcilla, salchichas, tostadas… Todo un cargamento de energía para sacarle el máximo partido a estas 24 horas en Belfast.
Sobre las 8:40 horas, ya estaba en la calle para desinquietar. Al centro, caminando, se tarda cerca de 30 minutos desde esta zona, pero al tener coche disponible de la ruta de la semana anterior, quise ganar tiempo usándolo (también existe un servicio público de bicicletas, por si te decantas por esta opción). De camino, la preciosa fachada de la Queen’s University, que más parece un castillo que un centro educativo, y no te sorprenderá saber que está en la… University Road.

Luego se enlaza con otra arteria principal, Great Victoria Street, donde irán apareciendo el Hotel Europa (que está considerado como ¡el más bombardeado del mundo!…); y una delicia arquitectónica como Grand Opera House, uno de los motores culturales de la capital de Irlanda del Norte.
Aparco desde que puedo; ten en cuenta que es difícil encontrar plazas libres y que no sean de pago, así que una opción casi irremediable es buscar un parking (opté por el Castle Court Shopping Centre -pagando, claro-). En torno a las 9:15 horas, reservo plaza para la visita gratuita de las 11 h. en el imponente Ayuntamiento, el City Hall, que ocupa Donegall Square; y justo enfrente está la oficina de turismo de Visit Belfast (siempre viene bien un mapa de la ciudad e indicaciones, al margen de lo que uno haya buscado previamente).
Así que una cercana recomendación me lleva al centro comercial Victoria Square (situado en el lugar del mismo nombre), pero no voy de compras…
Resulta que en su última planta hay una impresionante cúpula de cristal, de acceso libre, que permite una vista de 360º de la ciudad, una perspectiva de altura, nunca mejor dicho, para las 24 horas en Belfast.
Ah, y leí que una vez al mes hacen una sesión de yoga, tiene que ser toda una experiencia.

En una de las salidas del recinto, en Arthur Square, me encontré con una de las esculturas de referencia en la ciudad (hay mucha manifestación artística en la calle, como iremos viendo): se trata de Spirit of Belfast. Y hablando de referencias, transitando por estas céntricas vías, llego a los poco minutos hasta el Albert Memorial Clock (un mini Big Ben para que nos entendamos, en el 17 Queens Square).
– Ayuntamiento mastodóntico y arte diverso
Me encanta esta sensación de que caminando van apareciendo nuevos alicientes inesperados, como varios murales callejeros, especialmente llamativo un retrato masculino en High Street Court.

Toca rehacer algo de camino porque tengo que estar 10 minutos antes de las 11 horas en el hall del Ayuntamiento, para la visita programada. Al margen de las grandes dimensiones del consistorio, sorprende el nivel de decoración y mobiliario que llevó a una inversión millonaria hasta la finalización de las obras en 1906. En total, recorrido de unos 45 minutos repartidos en varias estancias.
Y, por cierto, al final descubrí una red gratuita de Belfast WiFi por si deseas conectarte sin gastos (está habilitada en más de cien puntos de la ciudad).
¿Qué te están pareciendo las 24 horas en Belfast? ¡Seguimos! Volvemos a la calle, con destino hacia el barrio de la Catedral. Entre medias, parada en otras dos reconocidas esculturas al aire libre, a la orilla del río Lagan.
Beacon of Hope (en Thanksgiving Square, basada en su homónima de Dallas, Estados Unidos) y The Big Fish, también conocida como ¡el Salmón del Conocimiento! Conmigo no compartió nada… (ubicada en Donegall Quay).
Anécdota: al lado vi por primera vez una peluquería móvil, sí, en una furgoneta. Y además, alguno de los edificios más vanguardistas en una urbe con clara construcción tradicional.
Continúo el paseo hasta llegar a la Saint Anne’s Cathedral (en Donegall Street), ya son cerca de las 13 horas, y tengo que decirte que esta Catedral no me impresionó tanto como la de Galway (muy recomendable, la había visto el día anterior en Irlanda); en cualquier caso, te comento que la entrada vale 5 libras (5,71 euros).

¡Importante! Ten en cuenta que aquí no se usan los euros sino las pounds y para las distancias, millas en lugar de kilómetros (a veces confunde un poco). Y, por descontado, sea para conducir o cruzar una vía, aplica el cambio de derecha a izquierda. Al final, tras esos momentos iniciales de lío, uno se adapta.
– Almuerzo exótico y postre cultural
Tras ojear alguna tienda y más murales, es el momento de ¡comer! Elección acertada con el Made in Belfast (25 Talbot Street), un local de ambiente muy ecléctico del que traía buenas opiniones y que me gusta in situ.
Otra aclaración, los precios son más elevados que en Canarias, y en locales como éste adaptan la carta al mediodía con costes más que razonables (entre 7,5 y 9 libras por plato).
¿Qué pedí? Una hamburguesa con pollo estilo jamaicano -picantito- y con salsa de mango (rico rico), y un acompañamiento de batatas fritas y verduras.
Más matices: es costumbre en muchos restaurantes que te pongan gratis una botella con agua del grifo (tap water).
El reloj marca las 14:15 horas y con las energías renovadas para lo que queda de las 24 horas en Belfast, toca una visita cultural a The MAC (Metropolitan Arts Centre; 10 Exchange Street West). Un centro de arte contemporáneo, gratuito, con tres salas de exposiciones (no me llamó la atención lo que había en esta ocasión) y una burbujeante actividad de programación, para residencias y como lugar de encuentro. El edificio en sí mola por su corte moderno y minimalista.
A poca distancia, el Oh Yeah Music Centre, otro centro de efervescencia cultural para crear y mostrar, incluidas vitrinas dedicadas a músicos como Van Morrison o Gary Moore, en la zona de la cafetería (dada la hora a la que pasé, tampoco estaba con su intensidad más elevada).
Cuando se cumplen las 15 horas, aún quedan tres platos fuertes de estas 24 horas en Belfast, por lo que recupero el coche. Cruzo por delante del St. George’s Market (12-20 East Bridge Street), mercado de estilo victoriano muy popular, pero que sólo abre de viernes a domingo (y es jueves).
No pasa nada, que estímulos sobran. Siguiente parada, los Botanic Gardens (College Park, Botanic Avenue). Este pulmón verde de la ciudad, que data de 1828, está muy cerca de mi alojamiento.

Pero si he querido ir ahora y no a primera hora de la mañana, es porque su icónico edificio-invernadero Palm House abre a las 10 horas. No quería dejar de visitarlo y fue un acierto, ya que resulta encantador.
Un agradable paseo por jardines con gran ambiente (el sol acompaña), y otra construcción más moderna que el Palm House dedicada a especies tropicales. Por si fuera poco, este espacio natural alberga a su vez el Ulster Museum, que reúne una completa colección de historia, arte, ciencias naturales, arqueología… (entrada libre).
– De los murales políticos al legendario Titanic
El próximo destino dice mucho sobre la historia política de las últimas décadas en Belfast e Irlanda del Norte. Superadas las 17:15 horas, y pasando por la Rise Sculpture (en Broadway Roundabout), voy el sector Oeste de la ciudad. Allí se refleja con crudeza los duros y mortales enfrentamientos entre unionistas y nacionalistas, con el añadido de las diferencias religiosas por ser católicos o protestantes. Y por mucho que uno haya oído hablar del IRA y del conflicto armado norirlandés, impresiona mucho ver los murales que atestiguan toda esa época, con dos calles clave: Falls y Shankill (una para cada bando).

Aún quedan, además, puertas-vallas que ejercían de puntos de control y que cierran el acceso de unas zonas a otras todavía hoy, en especial por las noches. En medio, Peace Walls o Peace Lines, muros de la paz que surgieron con la misma motivación de separar a los contendientes.
Hay quien acude a conocer esta realidad en los clásicos taxis negros, con un conductor-guía, pero preferí hacerlo por mi cuenta para tener más libertad de movimiento y complementar la información buscando en internet.
¿Aguantas bien el ritmo de estas 24 horas en Belfast? Yo estoy muy a gusto recorriendo tantos rincones de la ciudad. Y para que nos relajemos, ahora que ya han pasado las 19 horas, nos dirigimos a otra parte de Belfast que se ha convertido en imprescindible por su relación con el mismísimo Titanic. ¿Sabías que se construyó aquí?

En este mismo barrio se ha edificado el emblemático Titanic Belfast, un museo que proporciona una completa experiencia sobre el legendario trasatlántico. Como requiere varias horas, preferí dedicar ese tiempo a otras visitas que hemos ido compartiendo, sin dejar de dar ahora una tranquila vuelta por los exteriores de este singular edificio -por motivos arquitectónicos-.
Y ese paseo incluye ver igualmente el superviviente barco SS Nomadic (de 1911 y que fue transbordador del Titanic) y las impresionantes grúas amarillas de Harland & Wolff, en el astillero donde se construyó la histórica embarcación.
– Un pub de referencia
Muchas emociones en estas 24 hora en Belfast y creo que no hay mejor cierre que darse un respiro en The Crown Liquor Saloon (46 Great Victoria Street). Es uno de los pubs más conocidos de toda Irlanda del Norte y no sólo por su antigüedad, sino por su recargada y peculiar decoración, sin olvidar sus reservados…
Recuerda que aquí anochece tarde, sobre las 21:30 horas, así que a disfrutar de lo que queda de día. ¡A tu salud, Des!