Las Grietas de Montaña Blanca, un paisaje alucinante de Lanzarote

¡Hola, Des! ¿Cómo va todo? Espero que muy bien. Hoy voy a hacer uso de la famosa frase de “una imagen vale más que mil palabras”, aunque en realidad usaré varias fotos… Lo que quiero decir es que vamos a visitar un lugar tan alucinante de Lanzarote (y mira que hay muchos), que las imágenes hablan por sí solas sin necesidad de mucho texto. ¿Te animas? Pues venga, nos marchamos a Las Grietas de Montaña Blanca.

Encima, llegar es muy cómodo. Yo fui hasta San Bartolomé y cogí el desvío de la carretera LZ-35 hacia Tías; unos pocos minutos después, verás a mano derecha un apartadero de tierra, donde puedes aparcar el coche.

He elegido el principio de la tarde para poder disfrutar de este sitio tan recomendable con cierta tranquilidad.

No cometas la temeridad de cruzar la carretera andando, ya que no hay necesidad. Si avanzas unos metros, encuentras la primera de las señales que te llevan hacia el otro lado de la vía, pasando debajo de la misma por un túnel peatonal.

Ahora sólo falta caminar otro pequeño trecho para ¡sorprenderte! Sí, aquí está una de Las Grietas de Montaña Blanca.

Se abre un canal estrecho por el que se puede avanzar sin problemas, que va mostrando unas formas increíbles, resultado una vez más de la actividad volcánica. Podría ser quizás Jordania, Australia o Estados Unidos, pero no, estamos en Lanzarote. Esta primera grieta va ganando en altura y permite llegar hasta el final. ¿A que mola?

Merece la pena detenerse a observar y saborear esta belleza inverosímil, aunque… todavía hay más, por supuesto.

Tras rehacer camino, volvemos a la senda de subida, y enseguida aparece la segunda de Las Grietas de Montaña Blanca. Como se trata de ‘arquitectura natural’, las similitudes con la anterior conviven con algunas peculiaridades de ésta, en cuanto a extensión, desnivel o altura.

Vivirlo desde dentro, es estupendo, pero me gustó mucho la posibilidad de tener otra perspectiva diferente y más global. Siempre volviendo al camino original y conector con las distintas grietas, se puede acceder a su parte alta y seguir gozando de esas configuraciones tan singulares, mientras se contemplan de manera general; en resumen, que se amplía y enriquece la panorámica, con el mar al fondo incluido.

Y como no quiero dejar de apreciar todos los matices de Las Grietas de Montaña Blanca, cumpliré mi premisa de este post.

Mirar mucho y escribir poco. Ya me contarás si has estado y qué te parecen, y como suelo recalcar en mi blog, disfruta de lugares tan mágicos de modo respetuoso con el entorno. ¡Hasta pronto, Des!

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