Bom dia, Des! Tudo bem? Igual piensas que estás leyendo un post de leodesinquietinho, pero continúo siendo el mismo, eso sí con el portugués aún metido en el cuerpo. Acabo de volver de una preciosa experiencia en la Isla de San Miguel de Azores y he querido compartirla contigo lo antes posible. La llaman ‘la Isla verde’, así que te puedo garantizar que la exuberancia vegetal es más que sorprendente (con reinado de las hortensias), y espero que te fascine tanto como a mí durante los 6 días que estuve allí. ¿Nos vamos ya?

– El viaje: apenas 3 horas
La primera facilidad viene en forma aérea, ya que hay conexión directa desde Gran Canaria hasta Ponta Delgada, la capital de la Isla de San Miguel de Azores. Binter Canarias comercializa esa ruta en código compartido con Azores Airlines/Sata (el vuelo dura unas 3 horas). Otras opciones pasan por enlazar, por ejemplo, desde Oporto y Lisboa con la mencionada compañía portuguesa o con TAP y Ryanair.
– El alojamiento: dormir en un Jardín Botánico
Resuelto por cuenta propia el tema del desplazamiento, la logística de alojamiento, coche de alquiler y rutas de senderismo -road book, sin guía- la hice con Altaï Madeira (a pesar del nombre, también trabajan con Azores).
Y el lugar donde me quedé en Ponta Delgada no pudo ser más auténtico y revelador de cómo es este destino: ¡en medio de un Jardín Botánico!
El José do Canto tiene dentro una antigua casa reconvertida en un hotel cumplidor de 2 estrellas (Casa do Jardim).
– El primer contacto: de las Conservas al Louvre…
Antes de empezar el acercamiento a las bellezas naturales de la Isla de San Miguel de Azores, hice un examen inaugural de Ponta Delgada. Es una ciudad muy manejable para moverse caminando por sus estrechas calles, con notable presencia de adoquines y azulejos, y una predominancia de viviendas de una sola planta. Por cierto, destacar la limpieza tanto en esta localidad como en el resto de las que vi.

En este primer contacto ya pude disfrutar de dos comercios de referencia. Te hablo de Comur Conserveira de Portugal, una tienda totalmente cubierta en sus paredes de latas (de diseño muy llamativo) con atún, sardinas, bacalao… ¡Vaya tentación! Y a pocos metros, está Louvre Michaelense. Imagina un negocio inaugurado en 1904, con elegantes sombreros procedentes de París, y que ahora es una deliciosa cafetería, en la que además se siguen vendiendo algunos productos de moda y decoración.
– Cómo moverse: de la carretera al móvil
Una de las ventajas de la Isla de San Miguel de Azores es que nunca tendrás grandes distancias y la media fue de 30 minutos para llegar a sitios emblemáticos. Ah, cuidado con la conducción local, más de una vez con excesiva rapidez y con tendencia a salirse de las rotondas desde un carril interior. Y si la conectividad de carreteras y la señalización son buenas, por contra te aviso de que el GPS en ocasiones se pierde…
– La naturaleza más pura: los impresionantes Lagos

Una vez situados, comenzamos a lo grande (nunca mejor dicho). Los lagos son elementos de máximo interés en la Isla de San Miguel de Azores y cuando los ves ¡alucinas!
Antes hubo que mirar mucho las previsiones del tiempo (guiado por las webcam de spotazores), para intentar visitarlos en días despejados (aquí tanto verde no es gratuito y las posibilidades de lluvia son habituales -yo tuve mucha suerte, de todos modos-).
Si tengo que destacar tres, sin duda serían Lagoa do Fogo (para acceder, la ciudad más cercana es Ribeira Grande, para que te orientes) y el conjunto que forman el Verde y el Azul, separados por un puente en el núcleo de Sete Cidades. Como puedes apreciar en las imágenes, inmensas masas de agua en un entorno volcánico que disparan los sentidos y transmiten un gran sosiego. ¡Lujazo!

– Hacer senderismo: mejor desde arriba
Como te contaba al principio, recibí de Altaï una amplia variedad de rutas para hacer pateos. En el caso de los lagos, te recomiendo que sólo hagas las que te permitan una perspectiva en altura de los mismos, ya que a ras pierden buena parte de su espectacularidad. En ese sentido, y aunque no requiere caminar mucho, es más que aconsejable la vista del Miradouro da Grota do Inferno (hay quien lo denomina Boca do Inferno), con una perspectiva increíble de los lagos Santiago y Azul.

Proseguimos alrededor del anterior punto y ahí parte el sendero que me gustó más: Serra Devassa, con una distancia sobre los 6 kilómetros y que no llega a las 2 horas de tiempo.
Curioso fue, a su vez, subir al Pico da Vara, el punto más alto de la Isla de San Miguel de Azores con 1.103 metros; al margen de sus encantos, tiene una luctuosa historia que se recuerda con sendos monumentos: dos accidentes aéreos en los años 40 del siglo pasado, uno de ellos de un vuelo de Air France entre París y Nueva York. Volviendo a la caminata en sí, fue de poco más de 7 kilómetros en menos de 3 horas.
– Las Caldeiras: un suelo muy caliente… y rico
Más paradas con alicientes naturales, y otra experiencia que no te debe faltar: ir a Furnas, un pueblo con un conocido lago y, en especial, con diversas fumarolas. El olor a azufre ya será un distintivo considerable, y hay momentos muy pero que muy llamativos por las altas temperaturas que alcanza el agua en el suelo…
Y eso se aprovecha desde un punto gastronómico con un plato típico como el Cozido (sí, parecido al español, aunque aquí escrito con z). Se entierra durante varias horas y luego se sirve a la masa de personas que acude en procesión estomacal (yo lo probé en el Restaurante Miroma: 13,50 euros y perfectamente compartible por su abundancia).
– Los baños termales: relajación al natural
Y con esas condiciones, paso a referirme a un uso adicional más que exitoso: las termas. Ya que estamos en Furnas, me encantó acudir al Jardín Botánico Terra Nostra (8€ la entrada). No sólo es una maravilla recorrerlo, por su admirable colección de flores, plantas y árboles, sino que tienes el extra de varias opciones para bañarte a distintas temperaturas… ¡Caliente, caliente!
Uff, yo salí muy relajado. Como conjunto me sedujo más que Caldeira Velha, que plantea una oferta inferior por el mismo precio.

Y hablando de parques selváticos, muy recomendable pasar por uno gratuito como Ribeira dos Caldeiroes, donde no falta su llamativa cascada. Otro aspecto que me llamó la atención fue la cantidad de miradores y pequeños recintos muy bien equipados con asadores, y aderezados con distinguida flora, para hacer comidas grupales.
– Plantaciones singulares: del Té a la Piña
Ahora que me muevo por la zona Norte de la Isla de San Miguel de Azores, no quiero pasar por alto el Té y las dos únicas plantaciones de Europa con fines industriales: Chá Gorreana y Chá Porto Formoso. Se pueden recorrer ambas instalaciones (mayores las de Gorreana) y probar sus productos sin coste alguno, y en el caso de la primera, tiene hasta un sendero de 3,4 kilómetros que discurre por sus cultivos (muy bonito hacerlo).
Además, la piña es otro alimento característico y en los alrededores de Ponta Delgada fui a visitar la empresa Ananases Arruda (gratis); dispone de pequeños invernaderos en los que se explican las siete fases de maduración de esta fruta (en total, de 18 a 24 meses).

– Una joya de Faro: el más antiguo de Azores
¿Te está gustando el viaje? Pues espera, que todavía quedan cosas atractivas por vivir. Como acercarnos al Faro más antiguo del Archipiélago (1876), que se ubica en Ponta do Arnel.
Merece bajar a verlo, a pesar de la pendiente del 35% (que luego hay que subir…), y contemplar como plus sus alrededores dominados por acantilados.
– Piscinas naturales: las hay, pero…
No dejo la franja costera, donde abundan las indicaciones de piscinas naturales. Pero como Charcólogo acreditado que soy, te confirmo que en esto poco tenemos que envidiarles desde Canarias. Sólo resaltaría el baño en la de Mosteiros, y sirva de contrapunto que la de Ponta de Ferraria ni siquiera es una piscina… sino una entrada abierta del mar con escalerillas.

– Las iglesias: en blanco y negro
Aparte de la la tipología de viviendas que te decía en mi aproximación inicial de Ponta Delgada, las iglesias también comparten elementos, empezando por sus colores blanco y negro. Me impresionó en especial la de Nossa Senhora da Paz, con sus zigzagueantes escalinatas.

Y no menos bonitas las vistas que ofrece sobre el pueblo de Vila Franca do Campo y su islote, en el que se realiza una prueba del Mundial de Saltos de Red Bull (los famosos clavadistas).

– La cultura: de la antigua fábrica a la calle
Y hablando de edificaciones con personalidad, se hizo una adecuada reinterpretación de una fábrica de alcohol y tabaco en Ribeira Grande, que en la actualidad ocupa el centro de artes contemporáneas Arquipélago (3 euros la entrada general, gratis con pase de prensa). Ese equilibrio entre la base vintage y las aportaciones modernas fue lo más satisfactorio para mí.
Como saben las personas que siguen habitualmente este blog, me suelo fijar en el arte urbano, y sobre todo en el centro de Ponta Delgada resulta un buen ejercicio ir observando las distintas creaciones en las calles. Y aunque no coincidió con mi viaje, la Isla de San Miguel de Azores organiza un reconocido festival artístico multidisciplinar como es Walk&Talk.
– La comida: mejor con reserva
Con tanto ir de aquí para allá me han entrado muchas ganas de comer, ¿tienes apetito? Una advertencia importante: mejor intenta reservar de forma previa, ya que es increíble la cantidad de restaurantes en los que es imposible encontrar mesa (no te digo sólo en el momento, sino para horas posteriores o incluso días). Antes te nombré el Cozido en el Miroma de Furnas y entre mis mejores experiencias estuvieron la Sopa de pescado (3,50€) y el Atún (14,50€) del Maré Cheia (en Porto Formoso), y la comida de fusión Portugal-Japón en el acogedor hotel Santa Barbara Eco-Beach Resort de Ribeira Grande (Gyozas y Tempura de verduras a 6,50€ cada plato).
De vuelta a la capital, el Louvre Michaelense tiene una carta salada y dulce interesante, y el vegetariano más demandado de la ciudad se llama Rotas. Uno de los claros ejemplos de lleno cotidiano, en el cual se come de carta por la noche, y para el almuerzo hay sólo una sopa o crema (a mí me tocó de lentejas, calabaza y naranja; 1€ media ración) y dos platos del día, más los postres. Por cierto, no dejes de catar vinos locales, que los hay muy cautivadores en la Isla de San Miguel de Azores.
Y si te entra el antojo de tomar un helado, La Gelateria es un local aclamado: mi debut fue con una mezcla de batata dulce y requesón con nuez y miel (3 euros el cono de dos bolas).
– Olor a mar: surf y ballenas
Al citar el restaurante del hotel Santa Barbara, añado que tiene delante una larga playa que es el epicentro del surf en esta isla y por eso alberga competiciones internacionales. Al lado, el bullicioso chiringuito Tuká Tulá.
Como en Canarias, existe al mismo tiempo una amplia oferta de navegación y observación de cetáceos. Y más chocante aún fue ver que hay miradores con casetas habilitadas precisamente para avistar ballenas.

Por todo esto que te he ido detallando, seguro que comprendes cuánto me ha entusiasmado el viaje a la Isla de San Miguel de Azores… y quedan otras ocho por descubrir en el Archipiélago. Ahora cuéntame tú, debajo en los comentarios: ¿has estado en Azores o te gustaría? ¡Hasta pronto, Des!
Muy buenas recomendaciones. ¡Muchas gracias!
Muchas gracias a ti, Megan. Si no has ido, merece mucho la pena este destino. ¡Feliz domingo!
Wow! Super completo! También me encantó la ruta de Serra Devassa con sus panorámicas sobre los lagos, y 100% de acuerdo en lo de las piscinas y charcos naturales, Canarias se lleva el oro!
Muy buenas pistas para éste precioso destino, a ver si te animas con el resto de islas y nos sigues iluminando!
Muchas gracias, Sònia. Y especialmente por las recomendaciones previas para disfrutar al máximo de San Miguel. La aspiración de ir a otras islas de Azores queda en la recámara. Besos, Leo
Suerte que las tienes solo a 3 horas no como los de la península,nosotros desde Almería tuvimos que coger autobús, casi 7 y dos aviones, no hay vuelo directo desde La península, es increíble.
De acuerdo en todo lo dicho de la isla, añadiendo que el precio de las latas de conservas era prohibitivo, muy bonitas pero caras, también destacar las pozas de Dona Beija, muy recomendables pero saturadas de gente y el agua está que pela, 39 grados, hay una de 28 pero las demás a 39.
Y sobretodo añadir el islote de Vilafranca do Campo, se puede ir en barco de junio a septiembre por 8 Euros ida y vuelta, merece la pena porque es una caldera volcánica a 10 min en barco de la costa y con una piscina natural en su interior que tiene un baño alucinante
También recomiendo salir a ver ballenas y delfines, sobretodo ballenas, hay muchos sitios donde puedes contratarlo
Hola, José Carlos. Gracias por tu comentario y vaya diferencia de desplazamiento, desde luego. Buen apunte añadir que se puede ir al Islote de Vila Franca do Campo; nosotros lo miramos, pero luego antepusimos otros planes. Y el día que estuvimos bañándonos en Furnas, se veía que Dona Beija estaba a tope, así que nos decantamos por el Jardín Botánico (gran experiencia en conjunto). También fuimos a un avistamiento de ballenas y delfines, aunque nos resultó menos novedoso al venir de Canarias y tener esa oportunidad aquí (para mi gusto con un plan más atractivo de recorrido costero, posibilidad de bañarse e incluso servicio a bordo). Y las latas, también de acuerdo con que son tan elegantes como caras. En cualquier caso, un destino de lo más recomendable. Un saludo, Leo