¡Hola, Des! ¿Cómo estás? Yo con mi actividad habitual y vengo de comprobar cómo se ha recuperado un espacio natural protegido de Tenerife: el Sitio de Interés Científico de La Caleta, en Adeje, conocido desde hace años como La Caleta de los Hippies. Un nombre más que justificado, porque si no has estado allí, seguro que has oído hablar o visto un vídeo que se viralizó acerca de este asentamiento costero privilegiado, que se había llenado de ‘viviendas’, personas y actividades incompatibles con su sensibilidad medioambiental. Por eso, entre los pasados meses de julio y septiembre se procedió por parte de las autoridades competentes al desalojo y limpieza del lugar, sin olvidar la labor de asociaciones y particulares.
Para que te hagas una idea de la operativa, según el Cabildo de Tenerife se desmantelaron 122 construcciones ilegales, que eras habitadas por 150 personas, y se retiraron 18.500 kilogramos de residuos… Y yo he querido ver el resultado en persona, para compartirlo contigo.
Hay varias formas de acceder a La Caleta de los Hippies y lo hice desde la Calle Las Artes, en el propio núcleo de La Caleta de Adeje. Unas empinadas escaleras con 121 escalones (sí, me puse a contarlos en lo que subía), que acaban con una pegatina en alemán ofreciendo tatuajes… Parece un vestigio de las diversas utilidades que se han practicado en la zona.
Me reciben carteles que avisan de que entramos en el referido Sitio de Interés Científico -por su vegetación halófila y por la presencia de aves marinas y migratorias-, con una superficie de 783.000 metros cuadrados. Entre lo que voy observando y mis recuerdos de anteriores visitas, uno de los cambios es la ausencia del ‘Darius Training’… esos dos soportes verticales coronados con un barra para hacer ejercicio.
Un suave camino acantilado que irá alternando subidas y bajadas, con la aparición de barrancos que finalizan en zonas de baño de callaos o arena.
Y la diferencia más notable del proceso de rehabilitación de La Caleta de los Hippies ya se aprecia en la primera cala, con sólo dos personas tumbadas en una toalla, y ninguna otra huella de presencia o intervención humana. De hecho, hay unas cuevas naturales totalmente vacías, y una zona antaño usada para practicar el yoga que ha sido igualmente liberada.

Creo que la comparación de esas imágenes del presente con las siguientes del pasado, muestra perfectamente la mutación: ya no hay chozas, ni asentamientos de hormigón, ni se venden piedras pintadas u otros objetos…
La siguiente parada es la Playa de Diego Hernández, que es un rincón que me encanta, más ahora en un estado tan natural. Y es muy importante que entre todos mantengamos este enclave de La Caleta limpio y protegido ahora y en el futuro. Eso facilitará, por ejemplo, el retorno de las aves marinas que se vieron desplazadas por la desmedida ocupación.
De la playa ha desaparecido el improvisado chiringuito de su arena, junto a los asentamientos habitacionales y la marea de colores de casetas de campaña que antaño había.
Cabe recordar que en La Caleta de los Hippies, aparte de todo lo dicho, también llegó a existir sin ningún permiso una especie de club nocturno, otro espacio para tatuar, otro en el que se ofertaba ‘coaching’… El nuevo panorama es despejado y muestra algún bañista y un velero fondeado.

Tras una tercera playa de callaos, me cruzo con dos operarios de Medio Ambiente del Cabildo, y atravieso unos muros abandonados, en este caso supervivientes de usos agrícolas.
Cerca de una hora de caminata me acaba llevando hasta El Puertito de Armeñime, donde hay flores, algún grafiti y carteles muy claros: “Prohibido acampar. Desalojo inmediato por la Policía”.
Por cierto, y para que lo tengas en cuenta, El Puertito está incluido dentro de mi artículo Top 8 de Atardeceres de Tenerife. Doy la vuelta para regresar al punto de partida y por supuesto, darme un buen chapuzón en un paraje tan especial. ¿Qué te ha parecido la transformación de La Caleta de los Hippies? Ya me cuentas en los comentarios y hasta entonces, ¡un abrazo, Des!
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Acabo de descubrir tu blog y me está encantando. Cuando vivía en Los cristianos, hace 30 años, solía ir con unos amigos a pasar el día a La Caleta, había que dejar el coche donde está el pequeño embarcadero e ir andando cargando las neveras, llegabas reventado. De aquella solo vivían 2 o 3 hippies con los que hicimos amistad, me acuerdo de uno al que llamaban Teide por su estatura y vivía esas cuevas en las que tengo fotos todos dentro, eran una autentica obra de ingeniería casera. Un saludo.
Hola, Manuel. Gracias por tus palabras y por compartir tu experiencia. Un saludo, Leo
Estoy muy de acuerdo con el respeto y el mantenimiento de los entornos naturales, pero no comparto la opinión que desprendes de tu “comprobación” de la desocupacion… Me parece que quieres magnificar y demonizar lo que allí podía suceder, con frases como éstas :”pegatina en alemán ofreciendo tatuajes… Parece un vestigio de las diversas utilidades que se han practicado en la zona”….!? Luego lo citas de nuevo… En plan…. Casi actividad ilegal… Tanto te sorprende un anuncio de alguien queriendose buscar la vida de manera honesta?
Si es así seguramente llenarlas tu espacio web con muchas cosas de este tipo entonces…
En fin, me enrollaría más, pero paso…
Por lo que captó de tu artículo, estarás feliz tomándote algo en un establecimiento montado en primera línea de playa sin pensar en los residuos que origina todo eso ni las aves desplazadas, pero eso sí, contento de no ver a gente que no sigue la “norma”, que simplemente buscan vivir de otra manera
Buenos días, Javier. La única realidad objetiva es que se trata de un espacio natural protegido que tenía una ocupación y unos usos indebidos e incompatibles con dicha protección medioambiental. Y mostrar lo que pasaba y sobre todo cómo está ahora es el único espíritu del artículo. Un saludo, Leo
Por favor, de que a Que usos indebidos te refieres, a vivir bajo el manto de las estrellas?
A vivir e intentar transmitir una filosofía diferente de esta programación.
No hay buenos ni malos son formas diferentes de entender la vida, probablemente minoritarias, pero la mayoría nunca tuvo la razón.
Buenos días, Ricardo. Aquí no se cuestiona ninguna filosofía de vida, sino se refleja una realidad muy clara: en un espacio natural protegido no se puede estar construyendo, ni realizando actividades y concentraciones perjudiciales para flora y fauna… E igual de mal me parece aquí como en tantos otro lugares donde se ha permitido, y hay casos mucho peores que La Caleta, sin ir más lejos en nuestras costas masificadas. Un saludo, Leo
Hola Leo, en primer lugar gracias por el articulo, me gusta caminar por las Islas y has reflejado una realidad, pero como bien sabes, no es estar en contra de la economica sino Del destrozo abusivo de nuestras costas, estas personas que habitan por nuestros barrancos hacen menos daño que muchos políticos y especuladores.
Los hoteles con mala planificación son aún menos estéticos y no sólo han hecho más daño a la fauna marítima y terrestre que estas casetas, sino que han exterminado cualquier vida del lugar.
Saludos
No me gusta el tono del articulo cargando contra unas personas que suelen vivir en armonia con la naturaleza y hacen infinitamente menos daño que los grandes hoteles y especuladores inmobiliarios
Buenos días, Pedrus. Como decía en un anterior comentario, en el artículo no se cuestiona ninguna filosofía de vida. Se refleja que en un espacio natural protegido como La Caleta no se podía estar construyendo, ni realizando actividades y concentraciones perjudiciales para flora y fauna. Eso no es precisamente armonía con la naturaleza. Y por supuesto, me parece igual de mal aquí como en tantos otro lugares donde se ha permitido, y es evidente que hay casos más graves. Un saludo.