Actualizado: 23 septiembre, 2018
¡Hola, Des! ¿Qué tal? Ya saben que una de mis debilidades es la gastronomía, y cuando viene acompañada de una experiencia diferente, especial, la tentación no puede ser mayor. Por eso, tenía en mi punto de mira, o de estómago podríamos decir, al restaurante Nub (La Laguna, Tenerife).
Y no sólo por el aval de calidad que supone su estrella Michelin, sino por el concepto que transmiten sus precursores, Fernanda Fuentes y Andrea Bernardi: una comida con raíces de Chile e Italia, que no renuncia a una visión más global y a reinterpretar viejas recetas, teniendo en cuenta además los sabores que a todos nos han marcado en la infancia.
¿Por qué no saborear este placer si se puede? Y lo hice, con muy buena compañía, en el nuevo epicentro de Nub, en la Calle Nava y Grimón 18, dentro del La Laguna Gran Hotel, donde sólo llevan una semana abiertos. Hay dos opciones: un menú de 55 euros y otro de 72, que incluye dos platos más, aunque la base de la oferta es la misma (el precio de las bebidas aparte en ambos casos). Puestos a deleitarse, elección del recorrido más amplio, llamado Vento, y que se presenta con un elocuente mensaje:
“Todo comienza en la tierra y se eleva hacia el cielo”.
Nub tiene siete mesas y se apuesta por una atención muy personalizada, en el sentido de que cada creación tiene una historia detrás, que se te explica al servirla; eso incluye que habrá ocasión de interactuar con Fernanda y Andrea durante el proceso de degustación. La primera entrega es un llamativo servicio de snacks, con presencia de zanahoria, betarraga, rábano, molusco, chocolate… Para mí, prescindible, porque detrás viene una variedad más que considerable, que al mismo tiempo eleva el nivel de esta introducción.
Sí, aquí empieza el elemento diferencial. Un cuenco con un crujiente lácteo y dentro nata kefirada y tomate concentrado; se rompe el crujiente y se mezcla todo… ¡mmm, qué rico! Y los sentidos se vuelven a disparar con el siguiente plato; una especie de canelón con envoltura vegetal: se trata de un royal de cigala, acelga y pan de tomate. Ufff, otro gran acierto, con un toque muy delicado. ¡Cómo estoy disfrutando! Y por cierto, inciso en la comida, me encanta la vajilla que usan.
Lo mismo que te digo una cosa, lo hago con otra. Creo que el local de Nub debe mejorar su confort, ya que se va notando cierto frío, al menos en nuestra mesa (la segunda más cercana a la cocina), y además tiene un foco directo de luz, que cae a chorro sobre la cara (mejor filtrarlo, para que no incomode). Me vuelvo a centrar en la comida, con otro momento culminante, de claras influencias latinoamericanas y muy adaptable a la tradición canaria. Hablo de la pastelera de millo, cebolla vieja y ceviche de hierbas. ¡Exquisita!
Próxima parada, que esto va de sorpresa en sorpresa.
Un acertadísimo pan de masa madre, acompañado de sales de Lanzarote y La Palma (esta última, de Fuencaliente y ¡mezclada con vino!), y de refinados aceite y mantequilla. Me gustó mucho, pero lo veo mal ubicado; en todo caso debería ser un acompañamiento o un aperitivo, ya que por sus características rompe el ritmo del menú. De todos modos, el plato que para mí sobra viene a continuación; es el calamar con leche de cabra, avellana y frambuesas, que resulta insípido. Le sigue un bacalao que no toca techo, pero que remonta un poco el fallido calamar.
Momento para una nueva transición, esta vez con un certero licuado de pepino. Aprovechando la pausa, quiero resaltar el detallista servicio del personal, muy amable y con recomendaciones atinadas, como en lo que se refiere al vino que mejor maridaba con el menú. ¿Qué te está pareciendo la experiencia? No te muevas, que todavía quedan cinco sensaciones más.
Nub vuelve a la esencia de su principio en cuanto a grado de satisfacción, con el Canelón de Faraona (un tipo de gallina) con bechamel, cebolla roja y vinagreta de miel. Hay que mezclar todos los ingredientes bien, para alcanzar el punto óptimo de disfrute. La carne tiene otra destacada aportación con el delicado Pichón con repollo fermentando y cochino negro (guiño a las Islas). Ha valido la pena y ahora viene el toque dulce como colofón. ¿Qué tendrán preparado Andrea y Fernanda?
El propio Andrea nos lo cuenta. Curioso postre en un recipiente con forma de manzana, que tiene dentro esta fruta, más grattachecca; es un granizado con tequila. Y ya que está el tequila, en la mano te ponen sal líquida, que debes chupar y luego comer el resto. ¡Guau, muy bueno! Y de lo más original, ¿verdad? El listón Nub queda muy alto, pero el disco de vino, con crema inglesa, miel, rosas y violetas aguanta el examen con nota.
El cierre son bandejas con minidulces, de las que se puede elegir merengues, macarons, almendras garrapiñadas…; según adelantan, muy pronto se podrán adquirir en un nuevo local. Parece mentira, pero miro el reloj y esta cena ha durado ¡3 horas y media! Y como despedida, te dan un sobre con el menú impreso y un poema de Pablo Neruda ¡detallazo! ¿Ha valido la pena la experiencia? Sin duda. ¿Es mejorable? Sí. Cuidando algunos detalles que te he ido comentando, estoy seguro de que el paseo por el gastrocielo de Nub será todavía más redondo.
No te olvides de reservar con antelación si quieres ir a Nub, que hay muchas personas desinquietas como tú deseosas de experimentar su cocina.