Actualizado: 23 septiembre, 2018
¡Hola! ¿Cómo están, Des? La Esperanza (El Rosario, Tenerife) tiene la virtud de hacerte entrar en calor… a pesar de las bajas temperaturas. Y no se me ocurre mejor sitio para conseguirlo que el que te voy a contar ahora.
Porque en una casa de arquitectura típica canaria, que pasa desapercibida en la zona, se esconde un auténtico laboratorio de licor premium. Una fórmula artesanal, con productos naturales, que tiene una repercusión internacional, triunfando en Estados Unidos, Alemania o Reino Unido, entre un público sibarita.
La Vieja Licorería (LVL), así se llama, refleja la filosofía de vida de Elena y Fabián, y tiene un embrión muy curioso. Esta vivienda de la Calle Montaña Garabato (número 2) fue durante mucho tiempo lugar de peregrinación para disfrutar de… Cuentacuentos (lo mismo te acuerdas); sí, intensas noches escuchando narraciones, y cuando había luna llena, el éxito alcanzaba sus máximas cotas. Una etapa muy bulliciosa y popular que dio paso a este proyecto en pro del licor, sosegado y minimalista. De hecho, sólo abre al público los jueves de 20:30 a 01:00 horas.
La intriga que envuelve a la LVL se acrecienta cuando atraviesas su fachada: un espacio vintage, propio de nuestros abuelos, donde el tiempo parece detenido, con la única iluminación de las velas. La visita a la cocina acrecienta esa sensación, ya que está llena de utensilios antiguos y botes con los distintos productos que acabarán convertidos en licor (algunas se maceran ¡durante años!).
Esto no ha hecho más que comenzar, quedan más habitaciones…
Me veo rodeado de cubas, frascos y botellas de licor, parece que acudo a un espectáculo de magia. Nada desaparece, pero lo que aparece deja boquiabierto.
Y aprovechando que tengo la boca abierta, habrá que probar algún licor, ¿no? La consumición, generosa, cuesta 3,50 euros, y apuesto por la Canela, uno de los sabores de referencia (con razón, añado). A partir de ahí, tienes mucho donde elegir: café, plátano, té verde, jengibre, absenta, pétalo de rosas… y ahora están en un momento más tropical, introduciendo maracuyá y pitahaya (fruta del dragón, por si te faltaban motivos para probar).
Ya ves que se trata de un producto de calidad al alcance de muchos bolsillos, y, como no podía ser menos, se acompaña de una presentación sofisticada. El resultado le ha valido a este licor tinerfeño diversos reconocimientos en certámenes internacionales y revistas especializadas. Por cierto, si un jueves te animas a adentrarte en La Vieja Licorería, me dijeron que también hay opción de encargar un picoteo para acompañar a la bebida, e igual hasta cae un cuento… ¡Feliz velada!
Apunta en tu agenda: el jueves 1 de febrero, tras las vacaciones en la LVL, vuelve a abrirse este curioso espacio para beber y soñar.